martes, 15 de marzo de 2016

El poder del Ki (Chi en china)


         
 La biografía del Maestro Ueshiba Morihei, fundador del Aikidô, está llena de acontecimientos extraordinarios. En el curso de su existencia, más de una vez fue atacado de una manera completamente inesperada, tanto por detrás como cuando dormía. Sin embargo, nunca fue sorprendido, siempre consiguió neutralizar a su adversario. Un día, aceptó combatir sin armas contra un experto de Kendô, armado con su sable de madera (boken). Esquivó todos los golpes hasta que su adversario, cansado, renunció a atacarle. El Maestro Ueshiba explicaba: Antes de que alguien me ataque, su ki viene hacia mí. Si lo evito y su cuerpo sigue su ki, sólo tengo que tocarle ligeramente para que caiga al suelo. 

         En el curso de una expedición a Mongolia realizó una proeza aún más sorprendente. Un soldado le estaba apuntando con un fusil a unos seis metros. En el momento en el que disparó, el soldado tuvo la desagradable sorpresa de ser asaltado por Ueshiba que lo desarmó.El Maestro habría dicho: Existe un tiempo muy largo entre el momento en el que un hombre decide disparar y el momento en el que dispara efectivamente.¿Tenía la facultad de jugar con el tiempo? ¿Podía escapar a las leyes de la física?. Sin lugar a dudas un hombre así es un enigma que molesta a los científicos oficiales y cartesianos. Sobre todo por el hecho que no se puede decir que estas historias forman parte de la credulidad supersticiosa de la Edad Media. Ueshiba Morihei es, en efecto, un Maestro contemporáneo, muerto en 1969. Numerosos testigos, aún vivos, pueden certificar lo que ellos han visto con sus propios ojos. Existen incluso fotografías en las que se ve a Ueshiba, frágil anciano de ochenta años, resistir el empuje vigoroso de un hombre joven, con el cuerpo relajado y una sonrisa en los labios.


         Estos extraños poderes son comunes a todas las artes marciales. Constituyen la ciencia del CHI en chino, del KI en japonés. Esta es una noción difícil de traducir al francés o al castellano. Ki significa a la vez aliento, energía interna, atención, espíritu. Existen diferentes calidades de ki. Según la tradición oriental, el ki original se extiende por todo el Universo y se degrada poco a poco a medida que se aleja de la fuente, el Tao, para impregnar más o menos, en función de su nivel, a los seres y las cosas del cosmos. Técnicas de respiración, de concentración y de meditación son enseñadas con el fin de sentir y dominar el ki.

         El KIAI, vulgarmente llamado “grito que mata”, es de hecho el arte de dirigir, de proyectar el ki. Existen dos aspectos del kiai: un grito sonoro que emite una cierta calidad de vibración, grito que proviene del hara, el centro vital del hombre, situado en el bajo vientre. Este HARA es el centro de gravedad del cuerpo y condiciona su estabilidad, sus movimientos y sus desplazamientos. Todo movimiento alcanza su máximo de eficacia si ha sido iniciado en este hara, y por el contrario se encuentra bloqueado si su origen es una contracción muscular. El segundo aspecto del kiai es el fenómeno del “grito silencioso”, que proviene de las profundidades del ser. Este grito proyecta una energía sutil y puede manifestarse en los ojos. Se parece un poco a la hipnosis. El objetivo de los gritos, sonoros y silenciosos, es el mismo: emitir vibraciones susceptibles de perturbar al adversario, pero también pueden servir para reanimar a los que han perdido el conocimiento, gracias al choque producido por la vibración.

         El KIME es el hecho de proyectar el ki con la ayuda del cuerpo, concentrando la onda de choque y la energía interna sobre un punto de manera que esta energía pueda continuar cuando el golpe se detiene. Los Maestros de karate practican a veces una experiencia curiosa: un alumno tiene un colchón doblado en cuatro veces contra su vientre, sin olvidar de contraer sus abdominales. El Maestro da una patada completamente relajada, pero con el kime concentrado sobre el colchón. El alumno está obligado entonces a dejar el colchón para cogerse el vientre y no puede impedir que un grito de dolor se le escape. La energía, después de haber atravesado el colchón y el vientre contraído, ha alcanzado finalmente la columna vertebral.

        El sexto sentido, la facultad de presentir un ataque, también está en relación con el ki, la energía. 
Todo pensamiento, toda intención es una onda emitida por una persona y que puede ser captada por otra, cuya sensibilidad esté muy desarrollada. Los grandes Maestros, después de años de práctica, poseen este poder de presentir intuitivamente un ataque. De esta manera pueden anticiparse a los movimientos del adversario y, a pesar de su avanzada edad, permanecer inatacables. El ki no es ni bueno ni malo en sí mismo. El kiai puede servir para paralizar o para reanimar. Es la persona que lo utiliza quien lo hace benéfico o maléfico, destructor o creador. El empleo de estos poderes por un individuo egoísta que los utiliza para sus fines malvados puede desnaturalizarlos y corromperlos. Las escuelas de sabiduría, dignas de ese nombre, eran pues muy severas en cuanto a la selección de candidatos y la transmisión de las técnicas sólo se llevaba a cabo en el más estricto secreto.

         De todas maneras, la conquista de los poderes no es la meta de la Vía. No es más que una consecuencia del despertar de las facultades latentes en todo ser humano, que resulta de un cierto trabajo interior necesario para la realización de sí. Los Maestros sólo utilizan sus poderes muy raramente, para proteger la vida o en el marco de su enseñanza.La utilización de los poderes, la manipulación de las energías no es gratuita. Por el contrario hay que temer el choque de vuelta. Tal es la ley del karma: se recoge lo que se ha sembrado. Aquel que abusa de los poderes malgasta su energía y se hunde en un laberinto oscuro, perdiendo toda esperanza de acceder a la verdadera maestría, al último secreto.


Fragmento de "El Blanco Invisible"de  Pascal Faulliot. Editorial Visión Libros

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