FENG SHUI, LA ARMONIZACIÓN DEL HOMBRE CON SU ENTORNO
En general, es muy poco lo que conocemos acerca del Feng Shui y tendemos a asociarlo con la posición de los muebles y los objetos del hogar. Pero el Feng Shui es algo más ¿Cuál es su verdadero sentido? Tratemos de profundizar en esta sabiduría milenaria para aclarar algunas de nuestras dudas
Todos hemos vivido en alguna ocasión la experiencia personal de entrar en una casa o local de negocio, y, sin razón aparente, tener una sensación de malestar, incomodidad o angustia, así como por el contrario, habernos sentido relajados, tranquilos y cómodos. Todas estas impresiones se deben a la natural percepción que todo ser humano tiene (en mayor o menor medida según su sensibilidad), ante el ambiente que se genera en los recintos y que suele ser una suma de factores tanto objetivos como subjetivos. Pero no sólo en el interior de las casas sentimos estas percepciones que influencian nuestros estados psíquicos -facilitando o dispersando nuestra concentración, cansándonos o relajándonos, creando atracción o repulsión-, también las percibimos en contacto con la Naturaleza: una suave brisa impregnada de sutiles olores de plantas aromáticas, el gratificante verdor de un valle tranquilo, el canto de los pájaros al amanecer, etc.
Toda esta amalgama de colores, sonidos, formas, luz, movimiento, son la expresión misma de la vida que fluye por doquier, de unas energías que interactúan con las del hombre de forma benéfica o nociva. En todas las culturas antiguas hubo hombres que se preocuparon por estudiar estas interrelaciones que existen entre las energías cósmicas, las de la Tierra y su atmósfera, y las del hombre, siendo la tradición china (denominada Feng Shui) la que ha llegado mejor conservada hasta nuestros días.
El Feng Shui («el viento y el agua») es una ciencia y un arte milenario que busca la armonía del ser humano con el entorno natural o arquitectónico que lo rodea, usando para ello los elementos naturales y de la construcción, con sus materiales, formas, colores, objetos y decoración, a fin de equilibrar el tiempo, el espacio y el hábitat, con sus habitantes, para lograr una mejor calidad de vida. Estos conocimientos se pueden aplicar a una casa de campo o ciudad, un apartamento, un local comercial, una planta industrial, etc., en donde todo lo que sea construcción, hábitat, distribución de habitaciones de la casa... es diseñado, instalado y decorado en función de ciertos criterios topográficos, magnéticos y estéticos.
La filosofía del Feng Shui, en su enorme sabiduría, nos enseña que estamos profundamente influenciados por el medio en el que vivimos. El lugar que ocupa el hombre en el Universo depende de la relación dinámica entre nuestras energías personales y las energías que moldean la Naturaleza y el medio ambiente que nos rodea. Por ello, las acciones humanas deben buscar mantener el equilibrio entre el hombre y la Naturaleza, y así lograr vivir en armonía con ella. Debemos conservarlo de forma que nos brinde y promueva el desarrollo interior, la cooperación familiar, la productividad en los negocios y la excelencia humana en general, ya que este equilibrio armónico de la energía individual con la del entorno, facilita el crecimiento personal en el más amplio sentido de la palabra, reflejándose en todos los aspectos de nuestras vidas.
El Chi
Llamado por los taoístas «el Aliento del Dragón», el Chi es la energía que fluye en nuestro cuerpo y en todo cuanto nos rodea: ríos, montañas, plantas, animales, el mar y, por supuesto, en cada uno de nuestros hogares, puesto que también tienen su Chi particular. Los chinos nos hablan de un universo vivo alimentado por el Chi, que en el cielo es Chi Celeste, en la tierra Chi Terrestre y en los hombres Chi Vital.
El Chi Celeste es la energía cósmica que mantiene unido al Universo, y entre otras cosas nos habla de cómo la posición de los planetas y las estrellas en el momento de nuestro nacimiento pueden marcar nuestro destino: es la ciencia de la Astrología. También es la influencia climática, como la luz solar, la lluvia, el viento, el frío y el calor.
El Chi de la Tierra viene de las formas que modelan nuestro entorno, ya sean naturales o hechas por el hombre: las montañas, la vegetación, los ríos, los valles o las construcciones en que vivimos, formas, colores, distribución, diseño... También son los campos magnéticos de la Tierra, fácilmente medibles con una brújula, un aspecto importante del auténtico Feng Shui.
El Chi del hombre es el Chi Vital. Según la medicina china (la acupuntura), el Chi Vital circula en nuestro cuerpo a través de los meridianos. Cuando el Chi se estanca, vienen las enfermedades y el acupuntor actúa para reestablecer el flujo armonioso del Chi. El Chi del hombre es también nuestra personalidad, nuestros ideales, nuestros pensamientos: la influencia cultural, política y social; la familia, la pareja con que vivimos, los vecinos, las actividades humanas de nuestro entorno.
El Feng Shui estudia cómo el Chi recorre nuestra casa a través de las habitaciones y pasillos, entrando y saliendo por puertas y ventanas, acumulándose aquí o dispersándose allá. Cuando el Chi fluye libremente, las personas son positivas y disfrutan de una existencia armónica. Si el Chi se estanca, surgen problemas en la vida cotidiana o en las metas y proyectos de quienes viven allí.
Chi Positivo y Chi Negativo
El Chi puede ser positivo o negativo. Existe el Sheng Chi, que es el Chi positivo, que da vida y se mueve de forma ondulante. Cuando el Chi fluye positivamente, las personas disfrutan de una existencia armónica. Por otro lado, existe el Sha Chi, que es el Chi negativo. Este debilita y se mueve en línea recta. Cuando una casa tiene un Sha Chi, es porque el Chi está estancado o se ha acelerado. Las personas tendrán problemas en su vida cotidiana, en salud, en sus metas o relaciones.
No es necesario tener un sexto sentido para revisar el Chi de un lugar. Basta que observemos con nuestros cinco sentidos. Cuando la tierra es fértil y vemos árboles frondosos, césped verde y un jardín que florece, es síntoma de buen Chi. Un lugar lleno de maleza o la tierra gastada por la erosión, árboles débiles... son signos de Sha Chi. El agua limpia, moviéndose de forma serpenteante está cargada de Sheng Chi, no así el agua estancada, contaminada o una corriente muy rápida. Animales salvajes o domésticos sanos, canto de pájaros... significan buen Chi, mientras que la presencia de ratas o perros flacos y de feo aspecto son muestras de mal Chi. Cuando una casa está limpia, ordenada, con luz y ventilación adecuada, y las personas tienen amor y alegría, hay un Sheng Chi. Por el contrario, una casa desordenada, oscura, donde reina el conflicto y las discusiones, tiene un Sha Chi.
También debemos considerar el entorno humano. El Feng Shui no le recomendaría una casa que esté delante o cerca de un lugar conflictivo, relacionado con la violencia, la muerte, el dolor o la enfermedad, como un hospital, un cementerio, un matadero, un burdel, una estación de policía... Totalmente opuestos serían lugares con buen Chi, como un parque, una plaza, un jardín infantil, una biblioteca, lugares de servicio público, una casa de la cultura, un centro vecinal o un lugar de medicina alternativa o crecimiento personal.
Ejemplos de factores que provocan bloqueos y producen Sha Chi podrían ser: grandes edificios ubicados muy cerca unos de otros, sin espacio para la luz solar y la brisa; un árbol o poste bloqueando la puerta de entrada de tu casa; una casa al fondo de una calle sin salida; una estructura arquitectónica en ángulo recto apuntando hacia una casa; un espacio recargado de muebles y objetos pesados; el desorden y la suciedad; una puerta de entrada alineada con la puerta de salida; un vestíbulo oscuro y depresivo, etc.
Por otra parte. Son ejemplos de Sheng Chi: una casa que tenga una buena protección a su espalda (una montaña o edificio más alto); un espacio abierto delante, despejado, con una buena vista, un patio delantero o un parque o plaza frente a la casa; una casa que tenga a los lados estructuras protectoras; un piso en la zona media del edificio, ni en los primeros pisos ni los últimos; el camino interno que va hacia la casa es preferible que sea curvo y sinuoso antes que una línea recta y no debe haber objetos que lo obstaculicen, ya que esto bloquea la energía nutriente; la puerta de entrada debe estar bien cuidada, ya que es la cara de nuestro hogar. Debe mantenerse bien pintada o barnizada, con sus manillas y bronces brillantes y un bonito felpudo, en definitiva, debe ser un lugar que dé la bienvenida; jardines con flores y árboles perennes son benévolos, ya que se asocian con el crecimiento y son símbolo de prosperidad; preferiblemente la casa debe tener una forma cuadrada, sólida y estable. Deben evitarse las formas de L o H; en la parte delantera de la casa, por estar más cerca de la calle, del movimiento y el ruido, deben ubicarse los sectores sociales -sala de estar, comedor, cocina-. En la parte trasera deben situarse las zonas de mayor intimidad, como los dormitorios. El dormitorio es el lugar de descanso, no se recomiendan allí ordenadores, televisores ni equipos de sonido; no deben ponerse espejos en las habitaciones, sino en la puerta de los armarios, pero por dentro; la limpieza y el orden son imprescindibles para que un lugar tenga buen Feng Shui, pues permite que la energía fluya con libertad. Donde hay desorden y suciedad, el Chi se estanca.
Del Feng Shui, al que se atribuyen más de 5.000 años de historia, han ido surgiendo múltiples escuelas que en tiempos modernos se han implantado y popularizado en Occidente. Sobre el tema se han publicado cientos de libros en todos los idiomas, se imparten cursos y conferencias, hay páginas web, revistas, etc., en donde las personas buscamos conocimientos que nos ayuden a mejorar nuestra calidad de vida, a conocernos mejor y, en definitiva, a ser más felices .
Antonio Marí