domingo, 27 de marzo de 2016

Hishiryo (pensar sin pensar)




     Etimología de Hishiryo Hishiryo (非思量) literalmente significa “pensar sin pensar.” Shiryo (思量) significa “pensamiento” e hi (非) es un prefijo que indica negación y oposición. Por tanto, hishiryo equivale a “no pensar" o "más allá del pensamiento". 

     La palabra hishiryo aparece en el Fukanzazengi de Dogen Zenji (aunque no figura en el manuscrito firmado), en el Shobogenzo Zazengi, Shobogenzo Zazenshin y en el Zazen Yojinki de Keizan Zenji. Es uno de los términos más importantes utilizados para describir zazen. Hishiryo en estos escritos proviene del diálogo entre Yakusan Igen (745~828) y un monje, cuyo nombre no se revela, que se describe en Keitoku Dentoroku y otros textos Zen. 

     El gran maestro Yakusan Kodo estaba sentado en zazen. Un monje le preguntó: “Al estar sentado inmóvil, ¿en qué estás pensando? Yakusan dijo: “Pienso a partir del no pensar”. El monje dijo: “¿Pero cómo se piensa a partir del no pensar?”. Yakusan respondió: “Más allá del pensamiento (hishiryo).” 

     Al responder “hishiryo,” Yakusan señala un ámbito más allá del pensamiento que discrimina, el ámbito de ser uno con el no pensar, que es el ser original o verdadero. Este diálogo significa que zazen es la práctica de ser uno con el ser original, ese ser que somos originalmente. 

    En la tradición Zen, la palabra hishiryo también se encuentra en un texto mucho más antiguo, el Shinjinmei escrito por el Tercer Ancestro Sosan. 

    La iluminación se ilumina por sí sola con la luz del vacío. 
No hay necesidad de realizar el menor esfuerzo mental. 
Es el ámbito del no pensar. 
Un ámbito que va más allá de la comprensión del razonamiento y de las emociones. 

En este contexto, hishiryo se explica como un ámbito más allá de la capacidad del razonamiento y de la comprensión de las emociones. Posteriormente, este término se utilizó con este sentido más desarrollado. Por ejemplo, en Unmon Koroku (Los registros extensos de Unmon) encontramos el siguiente diálogo: 

     El monje preguntó: “¿Pero cómo es el ámbito del no pensar?”. Unmon dijo: “Más allá de la comprensión del razonamiento y de las emociones”. 

    El significado de hishiryo en Soto Zen. En Fukanzazengi y Zazen Yojinki, hishiryo se introduce inmediatamente después de una enseñanza sobre la postura de zazen que utiliza la expresión: “sentarse inmóvil.” Por consiguiente, hishiryo puede entenderse como una descripción del estado en el que la mente debería estar cuando la postura de zazen se ha establecido correctamente. 

     En lo que respecta a este estado de la mente en zazen, nos encontramos con las siguientes enseñanzas: 

       En el Fukan Zazengi No piense en nada “bueno” ni “malo”. No juzgue lo verdadero ni lo falso. Abandone las actividades de la mente, del intelecto y de la consciencia. Deje de medir con pensamientos, ideas y opiniones. No ambicione convertirse en un Buda. ¿Por qué ha de limitarse a estar sentado o recostado? 

    En el Zazen Yojinki Abandone la mente, el intelecto y la consciencia, deje tranquilos los pensamientos, las ideas y las opiniones. No ambicione convertirse en un Buda. No juzgue lo verdadero ni lo falso. Si quiere acabar con la confusión, debe abandonar los pensamientos de bien o de mal. Evite quedar atrapado en asuntos innecesarios. Una mente “desocupada” junto con un cuerpo “sin actividad” son los puntos esenciales que deben recordarse. 

     Creo que la clave para comprender el significado de hishiryo se halla en estas enseñanzas. 

     Se dice que cuando practicamos zazen, se detienen todas las formas de pensamiento, como lo verdadero o falso, lo correcto o incorrecto y se dejan de lado todos los pensamientos y valoraciones. Con esta actitud, solo permanecemos sentados. Ésta es la enseñanza impartida por Dogen Zenji y Keizan Zenji y de esto justamente trata hishiryo. 

Dogen Zenji

     Hishiryo no es un estado sin pensamientos. Cesar “las actividades de la mente, el intelecto y la consciencia” y dejar de “medir con pensamientos, ideas y opiniones” no significa detener por completo cualquier actividad mental. Detener las “actividades” y dejar de “medir" implica evitar los pensamientos y las valoraciones arbitrarios, en lugar de permanecer, durante zazen, en un estado sin pensamientos. La idea de no tener pensamientos constituye en sí misma un pensamiento arbitrario. No quiere decir que un estado especial de la mente sea consecuencia de regular la mente a través de zazen. En vez de tener un estado mental especial, zazen implica no tener un estado mental especial. 

    Por ejemplo, encontramos este pasaje en el Shobogenzo Zazenshin: 

      El monje preguntó: “¿Pero cómo se piensa el no pensar?” De hecho, si bien la noción de no pensar puede ser antigua, uno se pregunta: ¿cómo pensarla? ¿Podría no existir ningún pensamiento al sentarse de manera inmóvil?… Cuando pensamos el no pensar, siempre utilizamos el no pensar. 

      No es que al sentarnos en zazen no tengamos pensamientos, sino que pensamos desde el “no pensar”. Se le llama “cómo pensarlo” y “no pensar”. 

     En zazen simplemente nos sentamos al regular el cuerpo (la postura) y la respiración. En lo que respecta a la postura, nuestro objetivo es sentarnos de la manera descrita en el Fukanzazengi y el Zazen Yojinki. Esta postura regula de forma natural la respiración. Después, solo dejamos que se produzca la respiración según se describe en Zazen Yojinki; el aire pasa libremente a través de la nariz y se regula naturalmente. Hishiryo es el estado de nuestra mente cuando nos encontramos sentados de esta manera. ¿Pero qué clase de estado mental es éste? 

     Cuando surge un pensamiento, sea consciente de él. Cuando sea consciente de él, desaparecerá. En la versión de Tenpuku del Fukan Zazengi (el manuscrito firmado de Dogen Zenji), no encontramos las frases: “Piensa en el no pensar. ¿cómo pensarlo? Más allá del pensamiento.” En su lugar, se encuentran las siguientes frases: “Cuando surge un pensamiento, sea consciente de él. Cuando sea consciente de él, desaparecerá. Constantemente deje a un lado todo lo externo y sea uno con todas las cosas.” Se enseña como “el arte esencial de zazen”. Es decir, en la versión popular: “Cuando surge un pensamiento, sea consciente de él. Cuando sea consciente de él, desaparecerá. Constantemente deje a un lado todo lo externo y sea uno con todas las cosas” fueron eliminadas y se insertaron en su lugar las frases “Piensa en el no pensar. ¿Qué clase de pensamiento es ése? Más allá del pensamiento.” Incluso si el propio Dogen Zenji efectuó la citada sustitución, de todas maneras es importante saber que la enseñanza: “Cuando surge un pensamiento, sea consciente de él. Cuando sea consciente de él, desaparecerá. Constantemente deje a un lado todo lo externo y sea uno con todas las cosas” aparecieron en la versión firmada porque esta expresión nos ayuda a comprender hishiryo. 

     Dicha expresión constituye una descripción de nuestro estado mental durante zazen. Cuando surge un pensamiento durante zazen y nos hacemos conscientes de él, desaparece por sí mismo. Asimismo, cuando otro pensamiento se presenta, nos hacemos conscientes nuevamente de este y desaparece. Si nos mantenemos en este proceso, naturalmente dejaremos de lado todo lo externo y seremos uno con nosotros mismos. Éste es precisamente el estado mental durante zazen y el contenido de hishiryo. 

     Hishiryo no es alcanzar un estado trascendental de la mente a través de la meditación o entrar en un estado carente de pensamientos e imágenes. No se trata de permanecer en un estado repleto de impurezas y falsas creencias ni tampoco implica el pensamiento que discrimina. Esto es lo que Dogen Zenji quiso expresar al emplear la palabra hishiryo. Este concepto fue transmitido con firmeza en el Zazen Yojinki de Keizan Zenji. Así que, en la tradición Soto Zen, ahora hacemos hincapié en hishiryo como un estado de la mente durante zazen. 

     Escrito originalmente en japonés por el Rev. Tairyu Tsunoda. Traducido al inglés por el Rev. Issho Fujita Asistido por el Rev. Tonen O'Connor y el Rev. Zuiko Redding

lunes, 21 de marzo de 2016

El Zen, una Vía de realización interior.


     El nombre Zen proviene del chino Chan que es la deformación de la palabra sánscrita Dhyana traducida por meditación, contemplación. “El Zen es, en su esencia, el arte de ver en la naturaleza del ser. Indica la Vía que va de la esclavitud a la libertad. Nos libera de todos los yugos bajo los que, criaturas limitadas, sufrimos constantemente, haciéndonos beber directamente en la fuente de la vida”, explica el profesor D. T. Suzuki. El Zen tiene la llave de la liberación, de la realización del “yo”. En ese momento, el hombre puede convertirse en Maestro de las energías que le habitan.

     El Maestro comunica técnicas y consejos al alumno para guiarle. Su presencia es una ayuda preciosa. Pero su misión se detiene ahí. Es el mismo discípulo quien deberá hacer el trabajo necesario para
despertarse. El Satori sobreviene sólo cuando las nubes de la ignorancia y de la ilusión se han disipado. De hecho, se trata de ir más allá del dualismo fabricado por el cuerpo mental que deforma la realidad.

    Además de la meditación sedente (zazen) que es una explotación interior de las profundidades del ser y del cosmos, el Zen enseña técnicas destinadas a una toma de conciencia susceptible de provocar el estallido de “los límites de la mente”.

    Por ejemplo, los diálogos (mondo) entre Maestro y discípulo. A la pregunta “¿Qué es el Zen?”, el Maestro responde a veces: ¿Y tú, quién eres tú?” o bien “El ciprés está en el cementerio”, o bien se encoge de hombros. Los koans son una especie de acertijos, de preguntas ilógicas que no tienen ninguna respuesta mental sobre las que el discípulo deba meditar. Los más célebres son: 
- Todo vuelve al Uno, pero ¿adónde vuelve el Uno?
- Cuando tocas las palmas, el choque de las manos produce un sonido. ¿Cuál es el sonido producido por una sola mano?

     El Zen, lejos de estar separado de la vida real, es por el contrario un arte de vivir que permite estar plenamente presente en cada gesto de la vida cotidiana. Para perfeccionar la realización interior, los monjes Zen ejecutan ellos mismos los trabajos necesarios para el mantenimiento del monasterio y practican las artes tradicionales. En esos momentos se ejercitan en la “meditación sobre la acción”, en la concentración sobre el movimiento”. Numerosos Maestros Zen practican así aún en nuestros días las artes marciales, con el fin de realizar “una unión más estrecha entre el hombre y el instrumento, entre el sujeto y el objeto, entre el actor y la acción, entre el espíritu y el cuerpo”. El Maestro Zen no es solamente el que es capaz de quedarse varias horas en zazen, sino sobre todo el que es capaz de controlar armoniosamente todos los dominios de la existencia. La maestría en un arte es una prueba de realización interior.

     Si el Zen y las artes marciales están íntimamente ligados en el Japón, el shinto, la antigua religión tradicional, es la tela de fondo del budô. Las ceremonias y el altar shinto ocupan su lugar en cualquier dôjô tradicional. El Maestro Ueshiba siguió una enseñanza shinto bajo la dirección del monje Degushi. El taoísmo es la Vía tradicional del imperio del Medio. El Zen es una síntesis entre el budismo hindú y el taoísmo. Verdadera alquimia interior, la enseñanza taoísta pasa por un conjunto de técnicas que conducen al Despertar de las energías latentes con el fin de regenerar al adepto. 
     
     Los métodos son parecidos a los del Zen: meditación, control de la respiración, preguntas y respuestas enigmáticas, y desde luego la práctica de la meditación en movimiento, de la concentración en los gestos cotidianas. La meditación en la actividad es para los taoístas mil veces superior a la meditación en reposo: “El ritmo universal se manifiesta solamente cuando hay tranquilidad en el movimiento”. 

     El tai chi chuan, cultivado por los maestros taoístas, representa una de las artes marciales más perfectas. Es al mismo tiempo un arte de combate, una terapia, una danza simbólica y una meditación del cuerpo. Como su nombre lo indica, este arte consiste en gobernar la acción de la energía en el cuerpo. Los Maestros afirman que hay que conservar el chi original ya que de la misma manera que mantiene la pureza del Cielo y la calma de la Tierra, permite la realización de un Hombre”.

     Si los caminos de acceso son diversos, los maestros de artes marciales han sabido integrar a su práctica las disciplinas susceptibles de conducir al último secreto.

La gran Vía no tiene puertas
Miles de caminos llevan a ella.
Aquél que franquea esta puerta sin puerta
Anda libremente entre el Cielo y la Tierra.

Extracto de “El Blanco Invisible” de  Pascal Faulliot; Ed. Visión Libros


domingo, 20 de marzo de 2016

La prueba decisiva: el miedo (El blanco Invisible)

          




         El practicante de artes marciales se enfrenta muy pronto a un problema crucial: el miedo. Los combates de entrenamientos, aunque sean amistosos, no son por ello menos arriesgados. El que ya ha recibido algunos golpes siente una aprehensión, un temor cuyos efectos son paralizantes: el cuerpo se crispa, la energía interna no circula, las reacciones son incontroladas. Preso de esta emoción negativa no es posible ver claramente la situación y por lo tanto de enfrentarse a ella de una manera adecuada. En caso de peligro real, las consecuencias pueden ser dramáticas. En tanto que el miedo se ampara de un hombre, este no puede acceder a la verdadera maestría. Liberarse del miedo es una etapa decisiva.

       El samurai, cuyo destino era arriesgar su vida cotidianamente, debía encontrar con rapidez una solución a este problema. Si se aterrorizaba sobre el campo de batalla, perdía cualquier posibilidad de enfrentarse eficazmente al enemigo. Es por lo que el general Kenshin, adepto Zen, tenía la costumbre de decir a sus hombres:

     - Id al combate firmemente convencidos de conseguir la victoria, y volveréis a vuestras casas sanos y salvos. Combatid completamente decididos a morir y viviréis, ya que los que se aferran a la vida mueren, y los que desafían la muerte viven.

      Una máxima del jiu-jutsu expresa la misma idea en otros términos: “Para el que se aferra, la caída llega ciertamente, pero el que no se aferra no teme ninguna caída”. Fácil de decir... pero cuán difícil de realizar. Sin embargo, parece que en los casos desesperados, cuando la vida está en juego, el hombre es capaz de cosas sorprendentes. A esto se llama “instinto de conservación”. El hombre ordinario utiliza muy poco sus potencialidades en la vida corriente, pero de cara a un peligro repentino reacciona con una fuerza o una velocidad insospechadas... Un viejo senil da un salto prodigioso cuando está a punto de ser aplastado... Una mujer consigue levantar un peso enorme para salvar a su hijo... 

      Todo sucede muy deprisa en una situación mortal: no hay lugar para lo superfluo. Cada fracción de segundo cuenta. Se trata de estar presente, aquí y ahora. Las interferencias psicológicas o emocionales desaparecen para dejar que una energía superior intervenga. El ser profundo se manifiesta, el don de sí es necesario... Pero una vez que el alerta ha pasado, una vez que el peligro se ha alejado, la personalidad ordinaria vuelve a tomar sus “derechos”. El miedo aparecerá de nuevo, a menudo sin ningún motivo real. El hombre vuelve a encontrarse con este problema allí donde lo ha dejado y no es capaz de enfrentarse a él ya que no puede suscitar con su voluntad su “instinto de conservación”.

     Sin embargo, los Maestros afirman que existe una posibilidad de liberarse del miedo. Para ello es indispensable observarlo y ver su origen. Si éste es descubierto, el miedo desaparece como el humo, como una pesadilla al despertar.


Fragmento de "El Blanco Invisible" de  Pascal Faulliot. Editorial Visión Libros

sábado, 19 de marzo de 2016

LA MENTE (Fragmento del Dhammapada, la senda de la realización interior)


     1. Así como el arquero, con gran cuidado y destreza endereza una flecha, de modo similar, el sabio pacientemente endereza su mente, la cual es vacilante, inquieta, inestable, difícil de sujetar y difícil de controlar.

     2. Así como el pez, cuando es sacado del agua, salta y se mueve convulsivamente, así también, la mente se mueve con gran agitación cuando se la trata de sustraer del domino de las pasiones. 

     3.- La mente es difícil de sujetar; es movediza, siempre corre hacia donde más le agrada. Trata de controlarla, porque una mente controlada conduce hacia la Real Felicidad.

     4. La mente es difícil de subyugar; ella es extremadamente sutil y tiene el hábito de correr detrás de sus fantasías. El sabio debe vigilarla atentamente; una mente controlada conduce hacia la Real Felicidad.

5. La mente es por naturaleza dispersa, vagabunda e incorpórea; ella vive como si estuviese oculta en una cueva. Aquellos que logran vencerla se libran de los poderosos lazos de la Ilusión.

6. Aquel cuya mente carece de firmeza, que ignora los preceptos de las Enseñanzas Sagradas, que es inestable e inquieto, jamás podrá alcanzar la Sabiduría Perfecta.

7. Una persona atenta, cuya mente no es agitada por las pasiones, que se halla libre de odio y que ha trascendido los pares de opuestos, ya nada tendrá que temer ni en este mundo ni en los mundos del más allá.

8. Aquel que sabe que su cuerpo es tan frágil como una vasija de arcilla y que hace de su mente una ciudadela fortificada, con la ayuda de las armas de la Sabiduría, logrará vencer al ejército de las pasiones. Una vez controlado debe esforzarse por mantenerse firme y libre de apegos.

9. Recuerda siempre que la vida humana es muy breve; en un abrir y cerrar de ojos, tu cuerpo, ya sin conciencia, yacerá sobre el suelo, con tan escaso valor como un trozo de leña arrojado, al azar, al borde de un camino solitario.

10. El daño que un enemigo puede causarle a otro, o el que pueden hacerse dos personas que se odian es muy grande, pero es pequeño comparado con el daño que puedes hacerte a ti mismo si tu mente está mal direccionada.

11. El bien que un padre, una madre y los amigos pueden hacer es muy grande, pero es pequeño comparado con el bien que puedes hacerte a ti mismo si tu mente está bien direccionada.

viernes, 18 de marzo de 2016

Cuento Zen: La muchacha.



           Dos monjes que regresaban a su templo, llegaron a un río donde encontraron a una hermosa muchacha que no se atrevía a cruzarlo, temerosa de mojar sus mejores ropas. El más anciano de los monjes, casi sin detenerse, la alzó en sus brazos y la llevó hasta el otro lado. La muchacha le agradeció su gesto y los monjes siguieron su camino.


            Después de recorrer tres kilómetros el monje más joven, sin poder contener más, exclamó: 

         - ¿Cómo pudiste hacer eso, tomar una muchacha en tus brazos? Conoces bien las Reglas -y otras cosas por el estilo. 

         Y el monje mayor le dijo con una sonrisa: 

     - Debes de estar cansado, habiendo cargado con la muchacha todo este tiempo. Yo la dejé del otro lado del arroyo.

martes, 15 de marzo de 2016

El poder del Ki (Chi en china)


         
 La biografía del Maestro Ueshiba Morihei, fundador del Aikidô, está llena de acontecimientos extraordinarios. En el curso de su existencia, más de una vez fue atacado de una manera completamente inesperada, tanto por detrás como cuando dormía. Sin embargo, nunca fue sorprendido, siempre consiguió neutralizar a su adversario. Un día, aceptó combatir sin armas contra un experto de Kendô, armado con su sable de madera (boken). Esquivó todos los golpes hasta que su adversario, cansado, renunció a atacarle. El Maestro Ueshiba explicaba: Antes de que alguien me ataque, su ki viene hacia mí. Si lo evito y su cuerpo sigue su ki, sólo tengo que tocarle ligeramente para que caiga al suelo. 

         En el curso de una expedición a Mongolia realizó una proeza aún más sorprendente. Un soldado le estaba apuntando con un fusil a unos seis metros. En el momento en el que disparó, el soldado tuvo la desagradable sorpresa de ser asaltado por Ueshiba que lo desarmó.El Maestro habría dicho: Existe un tiempo muy largo entre el momento en el que un hombre decide disparar y el momento en el que dispara efectivamente.¿Tenía la facultad de jugar con el tiempo? ¿Podía escapar a las leyes de la física?. Sin lugar a dudas un hombre así es un enigma que molesta a los científicos oficiales y cartesianos. Sobre todo por el hecho que no se puede decir que estas historias forman parte de la credulidad supersticiosa de la Edad Media. Ueshiba Morihei es, en efecto, un Maestro contemporáneo, muerto en 1969. Numerosos testigos, aún vivos, pueden certificar lo que ellos han visto con sus propios ojos. Existen incluso fotografías en las que se ve a Ueshiba, frágil anciano de ochenta años, resistir el empuje vigoroso de un hombre joven, con el cuerpo relajado y una sonrisa en los labios.


         Estos extraños poderes son comunes a todas las artes marciales. Constituyen la ciencia del CHI en chino, del KI en japonés. Esta es una noción difícil de traducir al francés o al castellano. Ki significa a la vez aliento, energía interna, atención, espíritu. Existen diferentes calidades de ki. Según la tradición oriental, el ki original se extiende por todo el Universo y se degrada poco a poco a medida que se aleja de la fuente, el Tao, para impregnar más o menos, en función de su nivel, a los seres y las cosas del cosmos. Técnicas de respiración, de concentración y de meditación son enseñadas con el fin de sentir y dominar el ki.

         El KIAI, vulgarmente llamado “grito que mata”, es de hecho el arte de dirigir, de proyectar el ki. Existen dos aspectos del kiai: un grito sonoro que emite una cierta calidad de vibración, grito que proviene del hara, el centro vital del hombre, situado en el bajo vientre. Este HARA es el centro de gravedad del cuerpo y condiciona su estabilidad, sus movimientos y sus desplazamientos. Todo movimiento alcanza su máximo de eficacia si ha sido iniciado en este hara, y por el contrario se encuentra bloqueado si su origen es una contracción muscular. El segundo aspecto del kiai es el fenómeno del “grito silencioso”, que proviene de las profundidades del ser. Este grito proyecta una energía sutil y puede manifestarse en los ojos. Se parece un poco a la hipnosis. El objetivo de los gritos, sonoros y silenciosos, es el mismo: emitir vibraciones susceptibles de perturbar al adversario, pero también pueden servir para reanimar a los que han perdido el conocimiento, gracias al choque producido por la vibración.

         El KIME es el hecho de proyectar el ki con la ayuda del cuerpo, concentrando la onda de choque y la energía interna sobre un punto de manera que esta energía pueda continuar cuando el golpe se detiene. Los Maestros de karate practican a veces una experiencia curiosa: un alumno tiene un colchón doblado en cuatro veces contra su vientre, sin olvidar de contraer sus abdominales. El Maestro da una patada completamente relajada, pero con el kime concentrado sobre el colchón. El alumno está obligado entonces a dejar el colchón para cogerse el vientre y no puede impedir que un grito de dolor se le escape. La energía, después de haber atravesado el colchón y el vientre contraído, ha alcanzado finalmente la columna vertebral.

        El sexto sentido, la facultad de presentir un ataque, también está en relación con el ki, la energía. 
Todo pensamiento, toda intención es una onda emitida por una persona y que puede ser captada por otra, cuya sensibilidad esté muy desarrollada. Los grandes Maestros, después de años de práctica, poseen este poder de presentir intuitivamente un ataque. De esta manera pueden anticiparse a los movimientos del adversario y, a pesar de su avanzada edad, permanecer inatacables. El ki no es ni bueno ni malo en sí mismo. El kiai puede servir para paralizar o para reanimar. Es la persona que lo utiliza quien lo hace benéfico o maléfico, destructor o creador. El empleo de estos poderes por un individuo egoísta que los utiliza para sus fines malvados puede desnaturalizarlos y corromperlos. Las escuelas de sabiduría, dignas de ese nombre, eran pues muy severas en cuanto a la selección de candidatos y la transmisión de las técnicas sólo se llevaba a cabo en el más estricto secreto.

         De todas maneras, la conquista de los poderes no es la meta de la Vía. No es más que una consecuencia del despertar de las facultades latentes en todo ser humano, que resulta de un cierto trabajo interior necesario para la realización de sí. Los Maestros sólo utilizan sus poderes muy raramente, para proteger la vida o en el marco de su enseñanza.La utilización de los poderes, la manipulación de las energías no es gratuita. Por el contrario hay que temer el choque de vuelta. Tal es la ley del karma: se recoge lo que se ha sembrado. Aquel que abusa de los poderes malgasta su energía y se hunde en un laberinto oscuro, perdiendo toda esperanza de acceder a la verdadera maestría, al último secreto.


Fragmento de "El Blanco Invisible"de  Pascal Faulliot. Editorial Visión Libros

sábado, 12 de marzo de 2016

La doma del buey (Las diez etapas del despertar en la tradición Zen)

 1. La búsqueda del toro


Por las praderas de este mundo, atravieso sin descanso
 los altos pastos en busca del toro.
Siguiendo el curso de ríos sin nombre, 
perdido en los senderos de montañas distantes,
Falto de fuerzas y exhausto, no puedo encontrar al toro.
Tan solo escucho a las langostas chirriar 
en el bosque durante la noche.


2. El descubrimiento de las huellas


En la orilla del río, bajo los árboles, ¡descubro las huellas!
Incluso sobre la hierba húmeda veo sus pisadas.
En lo más profundo de las más remotas montañas las he descubierto.
Estas señales no pueden ser ocultadas más que la propia nariz, cuando uno mira al cielo.



3. Percibiendo al toro


Escucho el canto del ruiseñor.
El sol es cálido, el viento es suave, 
los sauces reverdecen junto a la orilla,
Aquí, ¡ningún toro puede ocultarse!
¿Qué artista puede dibujar esa enorme cabeza, 
esos majestuosos cuernos?


4. Atrapando al toro


Consigo agarrar al toro tras una terrible lucha.
Su enorme poder y voluntad son inagotables.
Sube hasta el altiplano por encima de la neblina,
o permanece en un barranco impenetrable.


5. La doma del toro

El látigo y la cuerda son necesarios.
De otro modo podría perderse en algún camino polvoriento.
Si se le sabe adiestrar se convierte en un animal muy dócil.
Entonces, obedece a su amo sin trabas.


6. Montando el toro camino a casa


Subido en el toro, tranquilamente regreso a casa.
El sonido de mi flauta resuena en la tarde.
Midiendo con mi mano la armonía pulsátil, 
dirijo el inagotable ritmo.
Cualquiera que escuche esta melodía se unirá a mí.


7. El toro trascendido


En lomos del toro, llego a casa.
Estoy sereno. El toro también puede descansar.
El crepúsculo ha caído. En un reposo absoluto,
me desprendo del látigo y la cuerda, 
en el interior de mi morada de paja.


8. El toro y el self son trascendidos


Látigo, cuerda, persona y toro, todos se fusionan en la Nada.
Este cielo es tan vasto que ningún mensaje puede mancharlo.
¿Cómo puede un copo de nieve existir en el rugiente fuego?
Aquí están las huellas de los patriarcas.


9. Alcanzando la fuente


Demasiados pasos han sido necesarios 
para volver a la raíz y la fuente.
¡Mejor haber estado ciego y sordo desde el principio!
Habitando la verdadera morada de cada uno, 
sin prestar atención al mundo exterior.
El río fluye tranquilamente y las flores son rojas.



10. En el mundo


Descalzo y con el pecho desnudo,
 me mezclo con la gente del mundo.
Mis ropas están rotas y llenas de polvo, 
y me siento en un estado de perpetua bienaventuranza.
No utilizo ninguna magia para prolongar mi vida;
Ahora, frente a mí, los árboles muertos cobran vida.

Ilustraciones: Tomikichiro Tokuriki, famoso grabador moderno de Kyoto.
Poemas: Kakuan, maestro chino del siglo XII




martes, 8 de marzo de 2016

SOBRE EL DESTINO



Un puñado de guerreros samurái, comandados por el maestro Hattori, tuvieron que enfrentarse a un ejército que les superaba en número.

Hattori, que era capaz de mantener en todo momento un estado de perfecto shibumi,  estaba convencido de que serían capaces de vencer aquella contienda, pero sus guerreros estaban llenos de duda por la tremenda superioridad de su adversario. Camino a la batalla, se detuvieron en un santuario.

Después de meditar en zazen con sus hombres y realizar ofrendas a los kami, el maestro sacó una moneda y dijo:

-Ahora tiraré esta moneda al aire. El destino se revelará a través de ella. Si sale cara, venceremos. Se sale cruz, perderemos.

Tiró la moneda al aire y todos miraron atentos como aterrizaba. No cabía duda, salió cara. Los soldados gritaron de júbilo, el valor se inflamó en sus pechos. Embravecidos y confiados, atacaron vigorosamente al enemigo y consiguieron la victoria sin aparente esfuerzo.

Una vez acabada la batalla, el mejor discípulo de Hattori, acercándose al maestro exclamó:

-¡Nadie puede cambiar el destino!

A lo que le contestó el maestro:


-Es verdad -mientras le mostraba disimuladamente que la moneda tenía cara en ambos lados.

                                                                                      Cuento Zen 

lunes, 7 de marzo de 2016

LA SINERGIA

         
          Científicos alemanes realizaron un experimento con cuatro personas de análoga complexión que individualmente eran capaces de levantar cincuenta kilos de peso. Después juntaron a los cuatro para comprobar qué peso eran capaces de levantar ahora. La lógica anticipaba que deberían ser doscientos kilos, pero la realidad fue diferente: levantaron doscientos treinta kilos. La fuerza del grupo había sido superior a la suma de cada una de sus partes por separado. La parte se había potenciado por el conjunto: habían evidenciado objetivamente la SINERGIA, del griego sin, que significa juntos, y ergon, que significa trabajo, es decir, trabajo en conjunto.

La Biología nos habla de sinergia al comprobar que los órganos del cuerpo actúan conjuntamente para mantener las funciones y preservar la vida del organismo global. Y cada órgano, no solo colabora solidariamente, sino que además potencia al resto.

La Psicología y las Ciencias Sociales no tardaron en inspirarse en este arquetipo para aplicarlo en la mejora de la gestión de grupos y empresas. Las empresas y las organizaciones en general tienen departamentos, y estas personas. Existe sinergia cuando hay una verdadera integración y armonía entre las partes, y cuando la mente, el corazón y las manos de todos sus componentes, participan en la búsqueda de un mismo fin. No basta con que los directivos decidan objetivos o proyectos, debe contar con el concurso de todos, quienes deben sentirse incluidos para aportar sus capacidades individuales por un bien común. La sinergia integra elementos formal y funcionalmente diferentes, aprovechando y maximizando las cualidades  particulares. Cuando se trabaja en sinergia se adquieren características nuevas y mejoradas que no tienen las partes por separado.


La sinergia multiplica el potencial individual a través del aporte de las mejores cualidades  que a cada uno le ha dotado la vida: unos tienen creatividad, otros el don de la palabra, organización, valor, simpatía, constancia o capacidad de plasmar en hechos. 

domingo, 6 de marzo de 2016

LA TAZA VACIA




Según una vieja leyenda, un erudito occidental, va de visita a la casa de un maestro Zen.  Al llegar se presenta a éste, contándole todos los títulos y aprendizajes que ha obtenido en años de sacrificados y largos estudios.

Después de tan sesuda presentación, le explica que ha venido a verlo para que le enseñe los secretos del conocimiento Zen.

Por respuesta el maestro se limita a invitarlo a sentarse y ofrecerle una taza de té.

Aparentemente distraído, sin dar muestras de mayor preocupación, el maestro vierte té en la taza del erudito, y continúa vertiendo té aún después de que la taza está llena.

Consternado, le advierte al maestro que la taza ya está llena, y que el té se está derramando por la mesa.

A lo que el maestro le respondió con tranquilidad


-Exactamente señor. Usted ya viene lleno de sus propias opiniones y especulaciones. Usted no puede aprender nada del Zen a menos que su taza esté vacía.


                                                                                 Cuento Zen